¿Sanitizar? ¿Desinfectar?

Los procesos de limpieza tienen tres (o cuatro) niveles, y cada uno de estos sus utilidades específicas. Estos procesos idealmente se dan de forma progresiva (es decir, primero se limpia antes de desinfectar) para alcanzar mejores resultados. ¿Necesitamos desinfectar todo? ¿En qué consiste sanitizar?

En el nivel más superficial nos encontramos con la limpieza, que consiste en eliminar la suciedad de cualquier superficie, tejido o individuo. Es el nivel más básico de higienización y en general se le atribuye al simple proceso de eliminar la suciedad visible (aunque esto no es del todo cierto).

En un segundo lugar tenemos a la sanitización se caracteriza por reducir la mayor cantidad posible de microorganismos presentes en una superficie hasta un nivel seguro. La sanitización es útil para superficies donde la preservación de la flora bacteriana tiene una función específica como en espacios de preparación de alimentos o entornos con alto tránsito.

La desinfección se trata de un proceso más profundo, implica que los productos utilizados eliminen los microorganismos causantes de enfermedades en una superficie. Este proceso se utiliza en áreas críticas como hospitales o clínicas, donde no puede haber ningún tipo de contaminación de virus, hongos o bacterias.

El último nivel, el que alcanza la mayor profundidad, es el de la esterilización, donde se eliminan todos los microorganismos. Sin embargo, el proceso de esterilización necesita de conocimiento profesional y técnicas especializadas para su aplicación.

No todas las superficies ni todos los espacios necesitan el mismo tratamiento, los estándares cambian según la necesidad y a veces no es intuitivo saber qué necesita cada superficie.